"Pero en este blog no solo se van a publicar galas y ensayos, no; es mucho más. Aquí se van a publicar los sentimientos, sueños y anhelos de un grupo de alumnos de La Chanson, Alexandra, George, Samantha, Cristy, Ashley, Max, Alexander y Emma. Aquí se va a contar su vida semana a semana."

viernes, 27 de agosto de 2010

Capítulo 1.



La mañana en Kylemore amaneció como habitualmente lo hacía, fría y gris. El edificio donde ese día comenzarían las clases era la única prueba que revelaba el paso humano en el bosque. El castillo, el espeso bosque, la laguna que yacía a sus pies, todo estaba en silencio, roto solamente por algún canto de pájaro mañanero. El lago, como un cristal, se mantenía intacto, tranquilo. Parecía el lugar perfecto para vivir: tranquilidad, paz, belleza… Pero ese lugar, La Chanson, no era así cuando las clases comenzaban.
Estrés y nervios ya estaban presentes, aunque no se notara. Dentro de la academia, los profesores daban los últimos retoques a las estancias, esperando a los alumnos.
-Dios mío, Dios mío…- Murmuraba la profesora Doyle, correteando de aquí para allá en el corredor.
La profesora Doyle era una mujer pequeña, regordeta, de pelo un poco canoso, nerviosa, paranoica y amable. Impartía las clases de piano. Una persona a la que le dijeran eso sin verla en acción no se lo creería. Los dedos regordetes de Doyle parecían tan ágiles como una tortuga, pero en realidad, manejaba el piano como nadie.
-Tranquila, Adele.- Dijo la directora, Novotny, rígida y tranquila. Tenía un aspecto dominante, autoritario, y una mirada que dejaba bien claro que a ella no le tomaba el pelo nadie. Era delgada y alta, manteniendo la compostura. Sus labios eran dos rayas finas y apretadas. Las gafas que llevaba combinaban con su elegante ropa y su moño gris, perfectamente recogido.- Aún falta una hora para que los alumnos…
-¡Una hora!- Exclamó la paranoica Doyle, cortándola.- ¿Y está el escenario preparado? ¿Y los dormitorios de los chicos y las chicas? ¿Y el comedor? ¿Y los jardines? ¿Tienen comida los patos y las ocas? ¿Ha podado Cooper los setos de la entrada?
-Sí.- Contestó simplemente Novotny, segura de todo. Sonrió levemente, para tranquilizar a su compañera.
Mientras Doyle dejaba la marca de su recorrido en la entrada y Novotny la observaba, exasperada, tres profesores más se acercaron a ellas, desde las grandes escaleras que se abrían al final del ancho pasillo.
Uno, el de la izquierda, tenía aspecto severo. Rubio, con los ojos pequeños y negros, ni joven ni viejo, caminaba erguido y en silencio. A su lado, un anciano con pinta de loco sonreía febrilmente. El pelo, largo y blanco, le llegaba hasta la cintura, y su barba también espesa ocultaba una sonrisa bondadosa. Al final, una mujer vestida de enfermera se daba aire con una mano, con pinta de cansada.
-Adam, Dallas, Charlize.- Saludó a la directora en orden consecutivo.- Charlize, espero que todos los empleados de mantenimiento tengan listas las habitaciones, y los cocineros las comidas.
-Claro, Novotny. Siempre a punto.- Respondió pesadamente.
-Bien. Todo perfecto. No falta nada para que vengan los alumnos.
El tiempo escaso que quedaba para la llegada de los estudiantes llegó. La escuela, admitiendo alumnos desde los cinco a los diecisiete años, contemplaba personas que llegaban en su tierna infancia y se iban convertidos en adultos.
En la entrada a la escuela había un gran tumulto. Pequeños niños, asustados, agarrados a sus padres. Adolescentes que se encontraban con sus amigos. Nervios y tensiones entre los nuevos, que experimentaban en esos momentos varias emociones. El jaleo que había no se parecía en nada al ambiente de la mañana.
Entre la muchedumbre, se encontraba Samantha. Samantha, la silenciosa, la rencorosa, la empollona, la asocial, y muchos motes más que los alumnos de La Chanson le habían puesto. Pero a ella le daba igual. Le gustaba estar sola, practicando con su violín, estudiando o leyendo. No le importaba que se metieran con ella, tenía a su hermana Evelyn, que básicamente era igual a ella, aunque se relacionaba. Le sacaba un año, pero era su mejor amiga, la que siempre la apoyaba.
En esos momentos, estaba sola. Evelyn había ido a saludar a sus compañeros, por lo que arrastró sus pies hasta el edificio, con la mirada perdida, escurriéndose silenciosamente entre la gente. Al entrar al colegio, que tenía la puerta abierta de par en par, giró a la izquierda, donde estaba el auditorio. Pasó por la puerta también abierta, pasando a la enorme sala, quedando frente a centenas de sillas, ordenadas fila a fila. Lo único iluminado en esos momentos era el escenario, el patio con las sillas que estaban de cara a él estaba en una completa oscuridad alcanzada por algún ápice de luz. Fue hasta una silla cerca del escenario y se sentó, cruzándose de brazos, con la boca torcida. Así era ella, y nadie la cambiaría.
En esos momentos, una confundida Alexandra bajaba del coche. La niña tendría apenas 10 años, por lo que estaba un poco asustada. Era la primera vez que iba a cursar allí, en La Chanson. Cuando recibió la carta con su respuesta, se llenó de orgullo y felicidad, pero ahora tenía miedo. ¿Y si no le gustaba la comida? ¿Y si no hacía amigos? ¿Y si no tenía la voz lo suficientemente buena, y la habían admitido por lástima? Con esas y muchas más preguntas, caminó hasta la puerta seguida de su tutora legal, que cargaba su maleta. Se giró.
-Mamá, ¿crees que me gustara la comida?
-Dios mío, Alexandra, tú te comerías una piedra si tuvieras hambre.
Alex puso una cara poco convencida.
-Estarás bien, cielo.- Se agachó y le dio un beso en la frente. Me voy ya, ¿vale? Te llamaré a diario.
-Sí, mamá.- Le respondió, abrazando sus piernas. Alex siempre había sido una niña bajita. Se separó y agarró su maleta.
Su madre se subió al coche, mirando ya nostálgica a su hija. Le dijo adiós con la mano y arrancó. Alexandra la siguió con la mirada, hasta que el coche giró en una curva, desapareciendo.
-Adiós, mamá.- Susurró antes de darse la vuelta y ver a una chica rubia, que parecía tan confundida como ella.-Perdona…
La chica la miró inmediatamente. Parecía pequeña a ella. Era rubia, con el pelo lacio. Tenía los ojos grandes y grises. Se balanceaba levemente, cogiendo con dos manos una maleta más grande que ella.
-Soy Alexandra.- Dijo, sonriendo.- Llámame Alex. ¿Y tú eres?
-Soy Cristy.- Dijo, con voz bajita y tierna, mirando su maleta.
-¿Quieres venir conmigo? Estoy perdida, y tú también lo pareces.
Cristy respondió con la cabeza.
-Y bien, Cristy, ¿cuántos años tienes?
-Nueve.
-Vaya, yo diez. Me gusta ese número, es bonito.- Y Alex comenzó a hablar, sin dejarle intervenir a Cristy, arrastrándola a ella hasta la puerta.
Mientras, Alexander y su amigo George intentaban respirar, en medio de una masa de chicas. Alex era el cantante más popular del momento, con tan solo 10 años. Su pelo rubio y sus ojos azules volvían locas a las chicas. Su voz resonaba en millones de sitios.
-¡ALEXANDER ROWLING! ¡ERES TÚ!
-Cómo todos los años.- Contestó George, un tanto exasperado. Iba a la academia desde hace cinco años, y las chicas aún gritaban cuando lo veían.
-¡UN AUTÓGRAFO!-Gritó otra fan histérica.
Alexander iba a responderle, cuando las chicas que lo rodeaban enmudecieron y abrieron los ojos. Él y George se giraron, sin comprender qué las había silenciado, y vieron a la directora.
-Señor Rowling, señor Strafford.- Dijo, con un pequeño atisbo de sonrisa.- ¿Tiene que dar el espectáculo todos los años? Venga, por favor.
-Claro, señora Novotny… -Los chicos se giraron, sonriendo, mientras sus fans suspiraban. La directora lo salvaba a menudo de avalanchas de chicas. Novotny lo condujo hasta una sala vacía, al entrar a la escuela.
-Estáis a salvo.-Bromeó.
-Muchas gracias, profesora Novotny.
Entre la muchedumbre, se encontraban las gemelas Black con su mejor amigo, Max. Lo mantenían entre ellas dos, apretujándolo, mientras intentaban llegar a la puerta. No tenían ni idea de lo que tenían que hacer, así que supusieron que lo mejor sería pasar y preguntarle a alguien.
-Me hacéis daño.- Repitió por enésima vez Max.
-Querido Maximillium, no te quejes tanto, tienes que protegernos.- Bromeó Ashley, sin saber que decir.
-Claro que sí.- Siguió su hermana, Emma.- Somos tus doncellas de brillante armadura.- Sonrió abiertamente.- Mirad, ya estamos en la puerta…
Subieron los escaloncillos. Desde esa poca más altura, contemplaron a todas las personas que se agolpaban allí, todos despidiéndose o viendo a sus viejas amistades.
-En fin…- Murmuró Max, dándose la vuelta. Emma y Ashley lo imitaron, y pasaron por las grandes puertas abiertas.
Observaron el final del pasillo. Una gran escalera se habría. Por ella se debía de acceder a las clases. A la izquierda, había una puerta abierta, dando al auditorio a oscuras. A la derecha, otra sala entreabierta.
Ashley asomó la cabeza por la sala de la derecha. Estaba su ídolo, la directora Novotny, y dos chicos.
-Ese es…- Comenzó a susurrar, arrugando el ceño.
-¡ALEXANDER ROWLING!-Chilló Emma, que se había asomado también. Inmediatamente, Alexander, George y Novotny giraron la cabeza hacia ellas.
-¡Emma!-Dijo Max, pasando entre ellas para mirar a la directora.- Lo sentimos mucho. Es una gran fan de Alexander, perdone…
-No importa.- Sonrió la directora.
-Me suele pasar.- Dijo Alexander, con una sonrisilla llena de orgullo y egocentrismo.
-Engreído…- Susurró Ashley. A pesar de que su hermana se tragaba toooooodos sus programas, tenía toooooodos sus discos, y su habitación llena de posters, ella odiaba a Alexander. Lo veía un mimado, un niñato rico.
Alex, que la oyó, se sorprendió.
-¿Qué has dicho?
-Lo que has oído.- Dijo ella, segura, cruzándose de brazos.
De repente, la voz de Novotny los interrumpió.
-Basta, niños. Todo va a comenzar. Alex, George, guiar a los nuevos alumnos al auditorio.
-Sí, profesora…
Los cinco llegaron al auditorio, sentándose en primera fila. Aún no había nadie, excepto una chica con cara de aburrida a quien Alexander no saludó.
Pasaron unos minutos, en los que Emma miraba a Alex con cara de admiración, Ashley le hacía cucamonas y Max y George se lanzaban miradas de compasión, ambos soportando a sus amigos. La sala se empezó a llenar. Cuando todos los alumnos habían pasado y la puerta estaba cerrada, en el escenario apareció una figura, haciendo que todo el auditorio arrancara en aplausos. Era Novotny.
-Gracias, gracias.- Dijo, mientras se ponía tras una tarima con micrófono y los aplausos cesaban.- Muy bien. Otro año más estamos aquí, con vosotros, los alumnos, para encaminaros en el arte de la música. Ya seáis vocalistas o músicos, las notas serán siempre vuestras mejores aliadas, y os acompañaran por el resto de vuestra vida. Esta escuela requiere mucho, mucho empeño. Debéis practicar a diario, y procurar estudiar materias como matemáticas y demás. Como siempre os digo, espero que este verano, y los que vienen, practiquéis y estudiéis las materias de la escuela, no vais a quedar como unos borregos. Los niños de cinco a ocho años debéis ir con la tutora Adele Doyle. De nueve a trece, con Dallas Smith. De catorce a dieciséis, con Adam Schweppes y conmigo, Daphne Novotny, los de diecisiete. Los tutores se encargaran de guiaros a los dormitorios, daros los horarios, poner vuestras notas y ocuparse de vuestras trastadas. Adele impartirá las clases de piano. Dallas de guitarra y arpa. Adam de violín, y yo de canto. La percusión, Gael Edison. La enfermera Charlize y los demás de la cocina y mantenimiento están a vuestra disposición. No hemos añadido ningún instrumento más, las clases, instrumentos, cualidades de alumnos admitidos y profesores siguen intactos. En fin, no tengo nada más que deciros. Haced una fila delante de vuestro tutor y seguidlo. Espero que este año muchas mentes salgan de aquí con los mejores conocimientos.
5 años después.
La Chanson, tras ese tiempo, seguía intacta. Los mismos profesores ocupaban los puestos. Las clases y los instrumentos seguían tan viejos como siempre. Seguían entrando y saliendo chicos. Pero lo que sí que no había cambiado era ese grupo de alumnos, Alexandra, George, Samantha, Cristy, Ashley, Max, Alexander y Emma.



Nota: Sí, el edificio que hace como La Chanson es el de la abadía de Kylemore. Ignoremos que ese edificio fue un internado y que es visitado por miles de personas cada día. Gracias por leer!

miércoles, 25 de agosto de 2010

¿Qué es y cómo funciona La Chanson?

El colegio “La Chanson”, dentro de lo ficticio, es una prestigiosa academia musical de Inglaterra. Fundada hace casi doscientos años, por el matrimonio francés Jean y Alys Lemoine, ha sacado a la luz y entrenado grandes talentos musicales, formando muchos cantantes y músicos de gran éxito.

Para entrar en la academia solo hay dos opciones: tocar muy bien un instrumento o tener una voz fabulosa. Los antiguos directores y fundadores se encargaron para que el colegio se dirigiera por ramas y generaciones de su familia, con talento para la música y con voluntad para no dejarse llevar por sobornos.

En ella, los alumnos pueden entrar desde los cinco años hasta los diecisiete, viviendo allí todo el año excepto el verano. Durante la semana, los profesores, cada uno especializado en un campo de la música, enseñan a sus alumnos a controlarla. Cada sábado noche, el colegio hace una gala, donde todo curioso, crítico, o busca talentos se acercaba. Los profesores exigen mucho a sus alumnos, tanto si cantan como si tocan, haciendo que en cada gala interpreten una canción que exprese los sentimientos de esos días.

Pero en este blog no solo se van a publicar galas y ensayos, no; es mucho más. Aquí se van a publicar los sentimientos, sueños y anhelos de un grupo de alumnos de La Chanson, Alexandra, George, Samantha, Cristy, Ashley, Max, Alexander y Emma. Aquí se va a contar su vida semana a semana.